sábado, 19 de diciembre de 2009

La primera Cabalgata de Reyes en La Aldea, 5 de enero de 1961




No saben con qué expectación se desarrolló la primera Cabalgata de Reyes en nuestro pueblo de La Aldea de San Nicolás, ya denominado San Nicolás de Tolentino, en aquella tarde noche del 5 de enero de 1961.

El pueblo estaba aún en expansión. La presa de Caidero de la Niña se había llenado por primera vez, en marzo del año anterior. El verano había sido socialmente muy movido: alcanzaron gran éxito los bailes en la Piscina de los Leones; el farmacéutico don Tomás Fernández, había refundado como equipo representativo de fútbol a la Unión Deportiva San Nicolás, que en la temporada 1960-1961 estaba alcanzando notables éxitos deportivos en Segunda Categoría Regional. Las fiestas patronales se habían sellado, de la mano organizativa de Pepe del Pino, con un gran esplendor: pregón a cargo de Sebastián Jiménez Sánchez; elección de Reina de las Fiestas, título que recayó en Reyes Navarro; grandes verbenas en La Alameda por la orquesta Iberia; la Bajada de la Rama, El Charco; juegos y competiciones del último día, siendo la carrera ciclista, desde La Playa al Pueblo, seguida con gran expectación, con Favio por entonces como líder indiscutible, y en las carreras de cintas la nota de humor de Yusef, el árabe que entre connios y mil farfullos por no alcanzar una cinta hizo reír a todos. Además, en la parroquia había habido grandes cambios con la llegada de los nuevos curas, en febrero de 1960, don Miguel López como párroco y don José Perera, adjunto, quien comenzó a dinamizar las fiestas religiosas. Seguramente entre Perera, Pepe del Pino, éste ayudado por su gente, los ingeniosos Tente y Toni, idearon desarrollar, para 1961, la primera y gran Cabalgata de Reyes. Empezaron a organizarla desde noviembre.

Qué bien recuerdo aquel 5 de enero de 1961. Se respiraba un ambiente extraordinario para aquella primera Cabalgata de Reyes, cuando me faltaba un mes para cumplir los doce años. Ocupé con mis padres, hermanos y primas de La Marciega un puesto en los asientos y barras de la Plaza de la Alameda que daban a la calle principal, todos los espacios estaban repletos de gentes como o más que un Día de San Nicolás. Por los altavoces íbamos oyendo la narración que Pepe del Pino hacía del desfile que llegaba frente de la ermita de San Nicolás donde estaba el Belén. El paisaje de luces y sonidos nocturnos deslumbró más cuando empezó a avanzar la Estrella de Oriente, en la calle principal, a doscientos metros del Belén. Entre las barras metálicas de la Alameda yo intentaba reconocer algunos de los cientos partícipes en la comitiva, pero no podía; oía que el Rey Baltasar era Vicente Bautista, Tente; pasaron rondallas, lanceros, pastores, romanos…. hasta el Rancho de Ánimas que hacía más de cinco años que no cantaba; al primero que reconocí fue al Rubio, de Antonio Frasca, que llevaba un atuendo circense misterioso para nosotros que lo convertía en dos personajes distintos; luego vi a Félix Alonso, compañero de estudios, que iba sobre un caballo. Pero de mis recuerdos a los hechos reales caben muchas escenas y personajes más, de una Cabalgata que seguramente aún, casi medio siglo después, no ha sido superada; al menos en expectación ciudadana. De la pluma de su principal organizador, José del Pino, les recorto algunos pasajes de su detallada crónica periodística; pues quién mejor que él nos puede relatar lo que denominó como el más grande y “brillante cortejo que impresionó a grandes y pequeños”, el mayor espectáculo del mundo en aquel pueblo de nuevo nombre oficial:

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